TEXTOS
EVA DOLARD
El relato de las sombras
Por Lic. María Carolina Baulo
¿Cuánto de lo que sabemos, transmitimos, hacemos y somos es producto de nuestra más pura subjetividad y cuánto está enmascarado por una película de barniz simbólico de aquello que nos impacta permanentemente desde el exterior en forma de imágenes? Porque sería inútil negar que gran parte de nuestros pensamientos y acciones están condicionados -cuando no muchas veces determinados- por los señalamientos de un mundo preparado para generar en nosotros, necesidades consumistas. En esta tónica, la obra de Eva Dolard analiza relaciones entre las imágenes, las palabras y las cosas respecto de su uso, su consumo, el modo en que las percibimos y la construcción de imaginarios e identificaciones identitarias, parafraseando a la artista. Dibujos, collages, video, pintura son algunos de los lenguajes plásticos que ella elige, pero no se circunscribe a ningún formato excluyente. Los tiempos de pandemia nos llevó a la humanidad entera a establecer un nuevo vínculo con nuestra condición humana y, en el caso de Eva, a sumergirse en un lugar de intimidad donde no son solamente los elementos de lo cotidiano el foco de su interés, sino lo que ella describe como “fenómenos físicos” donde el rol protagónico lo ocupa el relato construido a partir de las luces y las sombras; una suerte de lectura de mensajes que subyacen y se encriptan en la oscuridad. Y desde allí, la artista cuestiona los contenidos ejerciendo una mirada crítica a través de su arte, repensando las fuerzas que operan sobre nuestras conductas y pensamientos, de manera tanto colectiva como personalmente. La obra es, en este contexto, el mensajero.
Son quizás las series de dibujos y collages, así como también los afiches, donde Eva Dolard vuelca casi sin filtro, esa duda permanente que la atraviesa y que la lleva a problematizar los saberes dados que se transmiten masivamente como propaganda, medio más que reconocido por su capacidad de generar criterios de verdad a partir del uso de estéticas sensibles a los intereses del público al que se dirige. En la serie Euforia e Hipnosis (2009-actualidad) Eva toma un archivo de publicidades gráficas y de revistas, y señala cómo detrás del arrebato provocado por el efecto ametralladora de las imágenes, se adormece el proceso de razonamiento inmediato y se logra “colar” una intensión definida, clara y contundente.
En 2006, comienza a trabajar en la serie de Libros y Publicaciones habilitando una biblioteca de lecturas donde Eva crea un espacio desde donde copiar, encuadernar y hacer circular sus libros. Entre los que cobraron visibilidad están Las Descentradas (2009), trabajada a partir del libro homónimo de Salvadora Medina Onrubia; La identidad (2022), tomando la obra de Milan Kundera donde se toca el tema del amor como lugar fundamental para la construcción de la propia identidad; El libro de la Almohada de Sei Shonagon (2009-2019), un trabajo ilustrado realizado a lo largo de diez años con citas de internet, diarios, revistas e imágenes del cine de Peter Greenaway; El arte de (COPIAR) árboles (2019), un fascículo didáctico para aprender a dibujar y, finalmente, Los Contemporáneos (2020) donde la artista aborda de lleno su característica insistencia sobre la sospecha: nuestras construcciones simbólicas, en este caso que a partir de las obras de otros artistas, impactan sobre el concepto de las propias. Esta dinámica se sostiene en los Afiches iniciados en 2018. Si tomamos Arte Ayuda (Obras Maestras) vemos reflejado ese planteo cuasi existencial donde las afirmaciones nacen del vínculo personal que se establece con ese otro artista con el que se relaciona, tanto en su propia construcción como en su deconstrucción como tal. A todas luces, en los trabajos de Eva Dolard, la persistencia del cuestionamiento sobre los conocimientos legitimados y, por supuesto, la solidez de su propio capital simbólico como producto de esta observación sistemática sobre el afuera en general y su interior en particular, es una constante.
La serie Cortinas, iniciando en 2020, integra una cantidad de sub series que abordan de lleno el estudio que hace la artista de las sombras como material plástico per se. El jardín de sombras (2020-2021) se presenta como un excelente ejemplo de esta serie de pinturas de sombras nocturnas “retratadas” en plena oscuridad sobre cortinas de voile y visillos; un intento por captar esa aura que se va perdiendo, al decir del filósofo alemán Walter Benjamín. En este caso, la pintura inmediata y el dispositivo del pincel de Eva, operan de manera veloz, automática, buscando inmortalizar de una vez y para siempre ese pedazo de historia - el de la casa materna- que se revelará como un fantasma de un tiempo pasado cuando la memoria falle y quede la obra como testigo de un relato atrapado en una tela. En La vida secreta de las pinturas (2021-202), Eva da cuenta de distintos puntos de vista ejercidos desde una de sus ventanas. Nuevamente las cortinas son fundamento de maneras de percibir la realidad, mediada por lo que ella describe como “una reflexión acerca del lenguaje que lo antecede todo, las vistas, la veduta, la ventana el marco, el recorte, la pintura de paisaje como sistema filosófico y de lectura de la naturaleza y del mundo”. En Bosque nocturno (dispositivo ensombrecedor) de 2022-2023, no es tanto la vista sino el sentido del oído el que cobra protagonismo porque la instalación invita al espectador a una experiencia inmersiva donde sombras y sonidos nos proponen la acción, ante todo, de escuchar. En su trabajo en proceso desde 2023, Vuelta o Rodeo, la artista se desplaza y en su andar, de manera simultánea al desplazamiento físico, pinta lo que observa. Una operatoria creativa a lo largo de la 13 de Caballería, la circunvalación de su pueblo en La Pampa, una pintura topológica, representación de esa avenida como límite entre lo habitado y lo desconocido. Con un guiño a la obra de Magritte, desarrolló un atril copiador para registrar las huellas de las imágenes emergentes en las caminatas. Otra forma de cuestionar la asignación de sentido y los referentes que nutren nuestra realidad.
Eva Dolard se reconoce analógica: compromete el cuerpo en sus obras y escritos; porque Eva escribe, y mucho. Sus series crecen y dan origen a nuevas, mudan la piel y retornan a una etapa primigenia para reinventarse. Eva selecciona, calca, transcribe, copia, pinta, relee, reformula, reinterpreta, edita, interviene, corta y pega, reelabora un discurso, crea un relato propio a partir de varios otros y una vez terminado, cuestiona su legitimidad, producto de su subjetividad condicionada; una historia sin fin hacia el autoconocimiento a través del arte, ejercido con humor e ironía. En su carpeta de proyectos laten cantidad de ideas que se multiplican como una rizoma, pero nunca lejos de una dinámica que la hacen dueña de características identitarias de una obra inteligente, razonada conflictuada, sentida emocionalmente, íntima y tan autorreferencial como colectiva y comunitaria.
Hay una incierta y vasta historia por escribir para quienes transitan la vida desde los intersticios. Eva avanza sabiendo que la incomodidad acecha y se entrega a ella para escuchar el relato de las sombras y dibujarlo, en la oscuridad.
LIC. MARÍA CAROLINA BAULO - Noviembre 2024